28 diciembre, 2006

Séptima Parte

31 de noviembre del 2006

El golpe ha sido consumado.

Felipe Calderón se prepara para "gobernar" a México respaldado por únicamente la quinta parte de los electores (con una participación ciudadana del 58.9%, de acuerdo a datos "oficiales" proporcionados por el IFE, y con Calderón habiendo recibido 15 millones 284 sufragios -en México y desde el extranjero- equivalentes a 35.89% de la votación total, esto le dá el 21.14% de los votos de los electores registrados.) Este es el gran "triunfo" de la ultraderecha. Este es el "gran logro" del hombre al cual apoyó. Esta es la "legitimidad" que lo respalda. Con este endeble respaldo, Felipe Calderón ha estado convocando a la unidad en torno a él a las cuatro quintas partes de los electores que no votaron por él, como si realmente tuviera la estatura moral para pedir tal cosa.

La transición de poderes se ha llevado a cabo en una forma que pudiera clasificarse no sólo como irregular, sino inclusive como ilegal. De una manera que no se daba desde los tiempos del maximato del General Plutarco Elías Calles, ha tenido lugar a la medianoche una entrega anticipada del poder presidencial por el presidente saliente. En efecto, a Vicente Fox le faltaban diez horas para concluir el período de su encargo constitucional, puesto que según la Constitución aquél dura seis años, que se cumplían el 1 de diciembre a las 10 de la mañana que fué cuando tomó posesión de su cargo en el año 2000. En ese lapso de tiempo, más precisamente desde la medianoche hasta las 9:50 horas cuando le transfirió los poderes a Felipe Calderón, el Poder Ejecutivo federal estuvo legalmente acéfalo, puesto que el presidente entrante requiere rendir la protesta constitucional para entrar en funciones. Tres minutos antes de llevarse a cabo la entrega de poderes, Felipe Calderón ingresó al recinto parlamentario valido de la fuerza armada y llevado casi en andas hasta la tribuna del Congreso de la Unión por soldados que ejecutaron a cabo una operación militar. En dos minutos, sin siquiera esperar a que el presidente del Congreso le diera la palabra, pronunció la protesta legal para salir del recinto parlamentario como entró: en medio de los soldados.

En el siguiente artículo elaborado por Alvaro Delgado y publicado por la revista PROCESO el primero de diciembre del 2006, titulado "Rapidito y bajo protección militar Calderón rinde protesta", tenemos un buen resumen de los hechos que ocurrieron ése día:

Después de que Vicente Fox se despojara de la banda presidencial, en una ceremonia transmitida por radio y televisión en cadena nacional, Felipe Calderón rindió protesta como el nuevo titular del Poder Ejecutivo, en una tensa sesión de Congreso General, cuyo quórum jamás fue verificado, y a cuyo recinto entró y salió por la puerta ubicada detrás de las banderas.

En menos de cinco minutos, en medio de la custodia de fuerza de tropas del Estado Mayor Presidencial, así como de diputados y senadores del Partido Acción Nacional (PAN), que tomaron la tribuna desde el martes, Calderón logró cumplir con su obligación constitucional de rendir protesta ante el Congreso, acompañado de Fox, quien traía en las manos la banda presidencial que anoche casi se le cae al piso al entregársela a un cadete del Colegio Militar.

Aunque minutos antes de la llegada de Calderón a la Cámara de Diputados prevalecía un ánimo tenso al finalizar la tregua pactada entre los grupos parlamentarios del PAN y de los partidos de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y Convergencia, pero sobre todo después de que legisladores perredistas bloquearan todos los accesos al recinto, al final se celebró la ceremonia.

Después de que diputados y senadores priistas ingresaron al salón de sesiones por el palco de prensa y por las puertas ubicadas detrás de las banderas de la tribuna, con cuya presencia el presidente del Congreso, el panista Jorge Zermeño, dio por completado el quórum, repentinamente apareció la figura de Calderón.

Entró por la puerta trasera rodeado por un séquito de miembros del EMP y en medio de ellos Fox, quien llevaba en las manos la banda presidencial, de la que se desprendió minutos antes en una insólita ceremonia transmitida en cadena nacional de radio y televisión.

Zermeño, quien estuvo también custodiado por legisladores de su partido que jamás se retiraron de la tribuna -y aun aislaron a diputados perredistas que pretendían sustituirlos-, condujo la breve sesión con evidentes trastornos.

El más notorio fue que, luego de que Calderón pronunció el texto constitucional de rendición de protesta, llamó a entonar el Himno Nacional sin haber recibido de Fox la banda presidencial y sin que el nuevo mandatario se la haya cruzado en el pecho.

Tuvo que ser el propio Calderón quien le hizo ver tal omisión y rectificó: Solicitó entonces a Fox la emblemática banda y enseguida se la transfirió:




a quien el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación designó como ganador de las elecciones presidenciales del 2 de julio.

Concluida la entonación del Himno Nacional, que los perredistas cantaron con los puños arriba, y los panistas con la “V” de la victoria, Zermeño dio por concluida la ceremonia, en la que Calderón no hizo uso de la palabra y en la que Fox se despidió de ese recinto.

Sólo entonces cada grupo parlamentario se dispersó y abandonó el recinto, lo mismo que los escasos invitados, incluidos los internacionales, que atestiguaron las murallas con vallas de acero que impusieron un cerco en cinco kilómetros a la redonda, custodiadas por más de 5 mil soldados, muchos de ellos francotiradores.

Así, el operativo para el ingreso de Calderón al recinto fue exitoso, porque el EMP tomó el control de los accesos a las puertas traseras del recinto, por donde Calderón entró y salió, una característica que lo ha seguido desde las elecciones del 2 de julio.

Calderón fue conducido al Auditorio Nacional, también fuertemente custodiado por la tropa, donde tuvo un auditorio absolutamente a favor, y más tarde se le rindieron honores como “comandante supremo” de las fuerzas armadas del país. Por la noche, ofreció una cena a las breves delegaciones que asistieron a su toma de posesión.

Tanto en este día importante como en el día anterior, el servidor Web de la página Internet de la revista PROCESO, una de las principales publicaciones en la cual se ha estado exponiendo al pueblo de México la conjura montada por la Organización Nacional del Yunque y sus aliados los ultraderechistas Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, ha permanecido cerrada. No será sino hasta después de que hayan transcurrido estos días cuando la página volverá a estar disponible nuevamente a nivel mundial, lo cual aumenta las suspicacias y las sospechas entre muchos internautas sobre la posibilidad de que éste "apagón" sea tan sólo el preludio de cosas por venir.

En contraste con la pomposa versión oficial, de nueva cuenta sostenida por el enorme poder de los grandes consorcios mediáticos audiovisuales, tenemos "la otra historia" sobre lo que sucedió este día, como podemos verlo en una nota de los noticieros Yahoo! titulada "El México que rechazó en la calle la investidura de Calderón", en donde se asienta lo siguiente:

Parte de la izquierda mexicana no se resignó hoy a aceptar al "usurpador" Felipe Calderón como presidente en el día de su toma de posesión y contraatacó con un baño de masas de su líder, Andrés Manuel López Obrador, por las calles de la capital.

A pesar de que el autoproclamado "presidente legítimo" había convocado a sus seguidores a las 7.00 de la mañana en la mayor plaza pública del país, el Zócalo, "el Peje", como se le conoce por un pez endémico de su estado natal, Tabasco, no apareció sino hasta hora y media después.

Hasta entonces, los miles de asistentes combatieron el frío mañanero con café caliente y tamales (pasta de maíz), mientras en el estrado de la plaza la actriz pro obradorista Jesusa Rodríguez encendía el ardor militante con proclamas contra la derecha y los medios.

El Zócalo capitalino lucía salpicado de puestos de camisetas, muñecos del "Peje" con la banda tricolor presidencial, botones, vídeos, adhesivos y periódicos; todo, según los vendedores, para financiar la revolución amarilla, color político de López Obrador.

La plaza distaba mucho, no obstante, del abarrotamiento de los primeros mítines de la izquierda tras las elecciones del 2 de julio, en los que se pedía un nuevo recuento de votos y que reunieron a cientos de miles de seguidores; hoy, apenas una décima parte.

Finalmente, el del "gallito feliz", la referencia popular al mechón rebelde de pelo característico del líder izquierdista, subió a la tribuna y anunció que no marcharían al Congreso donde se celebrará la investidura de Calderón, sino al Auditorio Nacional.

El objetivo, concentrarse frente al punto donde un Felipe Calderón ya investido con la banda presidencial tricolor iba a dirigirse a sus simpatizantes, para demostrarle su enojo y rechazo.

La marcha discurrió con tranquilidad y sin incidentes a lo largo de casi cinco kilómetros por el Paseo de la Reforma, con dos oradores que atizaban los vivas a López Obrador desde el camión que encabezaba la columna.

"¿Falta mucho para el Auditorio?" preguntaba sudorosa en el Angel de la Independencia una mujer que avanzaba cojeando.

A falta aún de 2,5 kilómetros, la caminante recibe desolada la noticia y resuelve sentarse.

Sin embargo, al alcanzar el centro empresarial Torre Mayor, unos 300 metros más allá, la comitiva se ve obligada a detenerse por el bloqueo policial.

Vallas metálicas y fuerzas antidisturbios interrumpen el camino y hacen imposible continuar, ante lo que los manifestantes reaccionan pacíficamente y con resignación, a la espera de su líder.

Es entonces cuando el Paseo de la Reforma se queda estrecho para la concentración popular, lo que hace que incluso el propio López Obrador tenga problemas para sortear la marea humana y alcanzar la tribuna preparada para que hable.

Delante, en el Auditorio, aún faltan unos treinta minutos para que el "presidente espurio", como llaman los lopezobradoristas a Calderón, inicie su discurso de investidura ante unas 10.000 personas.

López Obrador anuncia, de nuevo, que continuará su lucha por traer la verdadera democracia a México y agradece el apoyo del pueblo, "que es donde reside el poder".

"Queremos construir México desde abajo, desde la gente", exclama el líder de la izquierda, antes de criticar a la "oligarquía neofascista" y mandar "al diablo sus instituciones".

El "presidente legítimo" y el "usurpador" coincidirán en sus discursos en la referencia al primer presidente indígena, Benito Juárez, conocido como el Benemérito de las Américas y que gobernó en un período de máxima convulsión del poder entre 1861 y 1872, en quien ambos encuentran un ejemplo.

Y como eco anticipado de lo que sucederá en breve en el Auditorio, a escasos treinta minutos a pie, los mexicanos que están con Andrés Manuel entonan con solemnidad el himno nacional antes de dispersarse satisfechos.

Calderón empieza entonces su discurso con la promesa de un México mejor; López Obrador saluda sonriente y se mete en el coche rumbo al "rescate de la democracia".

El conocido analista Rafael Loret de Mola nos comenta lo siguiente en su editorial titulado "Desafío: Blindaje Presidencial", publicado en varios medios al día siguiente de la toma de posesión de la Presidencia de la República a manos de Felipe Calderón:

El blindaje duró sólo cuatro minutos, lapso escaso para la rendición protocolaria de una protesta que exalta la aguda polarización de la sociedad mexicana. Debajo de la tribuna retenes formados con curules; y en el centro de la misma, Felipe Calderón y su antecesor siguieron el juego del intercambio de bandas. Dos veces en diez horas en un clima de irreverencias plenas. El presidencialismo ha muerto. ¿Cuáles serán los costos?

Las paradojas en México son habituales. Así como la Presidencia debió blindarse, habilitando el traspaso del poder Ejecutivo en la custodiada mansión de Los Pinos en la medianoche, esto es como si se tratase de dar la bienvenida al nuevo encargado del despacho sin el antiguo simbolismo de la unción ante el pueblo, el presidencialismo, tal y como lo conocíamos, perdió todo blindaje para convertirse en rehén permanente de los sectarismos y, como tal, atado a las circunstancias que le rebasan. El poder omnímodo es cosa, sí, del pasado... pero no por voluntad de quienes lo han usufructuado sino más bien por efecto del proceso de madurez de la sociedad mexicana aunque se pretenda encasillar la protesta pública a las meras manifestaciones callejeras.

Tenemos ahora a un presidente débil, obligado a mantenerse a la expectativa incluso para la rendición de su protesta constitucional, obligado a negociar hasta por el desarrollo de los ritos que son fondo, y no sólo forma, cuando el ordenamiento constitucional los exalta, y cernido, al mismo tiempo, a un modelo anquilosado cuya manifestación más obvia se observa en la integración de un gabinete rebosante de mensajes velados, sobre todo en cuanto al acecho de la represión como recursos para obtener una fortaleza no alcanzada a través de consensos y acuerdos.

Desde luego, la figura presidencial está maltrecha. ¿Entenderán ahora los actores políticos la urgencia de extender el finiquito sobre el esquema presidencialista encontrando rutas hacia un parlamentarismo que pueda sobreponerse a las soberbias sectarias? ¿Serán capaces de dar el paso decisivo antes de que los sacudimientos sociales conviertan el ejercicio político, como ayer, en un permanente toma y daca entre facciones enfrentadas? Lo expusimos en su momento: la urgencia de labrar la reconciliación nacional debió dar cauce a un gobierno interino, sin que las elecciones hubiesen sido calificadas dadas las enormes irregularidades presentadas, para dar espacio, tiempo y mejores condiciones a un nuevo pronunciamiento popular en las urnas. No se hizo y ahora pagamos, todos los mexicanos, las facturas.

Insistimos: el presidente no es fuerte per se, esto es por el hecho de serlo, sino por su capacidad para aglutinar controles y representar a la comunidad nacional. Por desgracia, Felipe Calderón, en la misma línea que su desatado rival, acepta estar respaldado por “los mexicanos”, así de modo genérico, sin reconocer que sólo votó por el una minoría inducida, además, por la parafernalia publicitaria del poder: uno de cada cinco empadronados. Nada más.

Todo lo demás es consecuencia, incluyendo los penosos sobresaltos de la protesta formal, la toma de la tribuna con tres días de anticipación convertido el recinto del Legislativo en una especie de hotel de paso, la evasión de Los Pinos de un mandatario saliente incapaz siquiera de sostenerle la mirada a sus propios correligionarios a quienes condujo al precipicio de la incoherencia ideológica, exaltando como virtudes los defectos que otrora señalaron al priísmo hegemónico, y la recepción de la oficina presidencial en las penumbras de la medianoche previa a una protesta sobre piernas, al ritmo apresurado de las asonadas. Si ello nos permite hacer un presagio éste sería tan oscuro como las calles de los precaristas alrededor de la antigua ciudad de los palacios.

Nos angustia concluir que sólo es el principio.

Debate

Para políticos, voceros y cabilderos la ley puede ser interpretada al gusto de quienes mandan. Así, por ejemplo, se dijo, una y cien veces, que el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal no estaba habilitado por la Constitución para descalificar los comicios presidenciales porque el texto sólo indicaba un sentido, el positivo, esto es la calificación. De ser así, el requisito sería oficioso e inútil y más cercano a una proclamación monárquica que a un ejercicio democrático. Aún así, los pretendidos neo demócratas, al amparo de sociedades secretas inescrutables bajo el peso de los fundamentalismos de derecha, insistieron en ello con evidente menoscabo de jurisprudencias y criterios basados en la lógica elemental.

Lo mismo ahora: se repasó el texto constitucional para habilitar una asunción presidencial casi a hurtadillas por si llegaba el caso de que fuese imposible el acceso a la tribuna del Congreso o, peor aún, para dar por formalizada la asunción para hacer sentir la preeminencia del Ejecutivo sobre el Legislativo, contraria al espíritu del constituyente por cierto, marginando a diputados y senadores de las decisiones discrecionales del poder central. Tal es el legado pernicioso tras un sexenio de vacío, o de alto vacío, considerando la estatura física del ex mandatario con prisa para llegar a su rancho de San Cristóbal.

Y si ello ocurre con las leyes, ¿qué puede decirse de las decantadas encuestas obviamente inducidas por los contratantes de las mismas? Por este punto tendríamos que comenzar para corregir las vanas conclusiones de los escribanos al servicio del poder que dieron por descontada la “victoria” de la continuidad desdeñando, minimizando más bien, la resistencia de un sector de la ciudadanía explicablemente indispuesta. Hasta que, a trompicones, llegamos al deplorable escenario de ayer.

El cuadro lo completa la imagen que se difundió hacia el exterior. La secuencia fue de varios días, desde el pugilato parlamentario del martes hasta las escenas de ayer, con un Congreso, otra vez, bajo sitio militar y una sociedad hondamente polarizada. Porque, a estas alturas, sería ingenuo trazar cuáles son los porcentajes a favor y en contra de una institucionalidad vulnerada y vulnerable ante una perspectiva incierta e insegura.

Porque, desde luego, hay algo que tienen muy claro fuera de nuestras fronteras: el pretendido blindaje financiero, basado en las reservas récord y en los altos ingresos por la venta del petróleo sobre todo, no resistirá tanto como el ya cuarteado blindaje presidencial sumergido en una controversia que parece encaminarse al caos y no a la conciliación. En realidad, salen sobrando las palabras ante las imágenes... grotescas.

1 de diciembre del 2006

En su primer día de gobierno como Presidente de México por "mayoría de votos" (¿?), Felipe Calderón recurre nuevamente a la misma práctica de su predecesor de estarse promocionando propagandísticamente a sí mismo a través de spots televisivos radiados a todas horas del día en donde se cuentan las muchas maravillas que México puede esperar en los próximos seis años en los que la derecha neo-panista y su inseparable compañera la extrema derecha estarán conduciendo los destinos del país, repitiéndose sin cesar en la televisión un segmento en el que una voz rebosante de alegría y optimismo dice:

En México tenemos nuevo presidente.
Inicia un rumbo nuevo para el país.
Muchas cosas van a suceder para que vivas mejor.

Como fondo del alegre comercial oficial se ven las imágenes de gente sonriente gozando de un día primaveral y trabajando alegremente en un paraíso en el cual no hay desempleados y el cual parece ser una aproximación a esa utopía maravillosa que ha sido bautizada como Foxilandia. Después de todo, ¿no dijo el mismo Vicente Fox que a México le esperan seis años maravillosos con Felipe Calderón?

Esto no es nada nuevo, porque son las mismas recicladas promesas luminosas con las cuales llegó Fox seis años atrás a la silla presidencial. Promesas que nunca cumplió. Aunque es deber obligado concederle a un Presidente entrante el beneficio de la duda y asumir la posibilidad de que pueda ser mejor gobernante que su antecesor, se antoja difícil si no imposible que pueda cumplir con sus relumbrantes promesas de una mejora económica espectacular para todos los mexicanos cuando ha decidido seguir aferrado a las mismas políticas neo-liberales heredadas del Salinismo que estancaron a la economía mexicana durante el régimen foxista. Hasta un niño de escuela Primaria sabe que para que algo salga de modo diferente es necesario hacer algún cambio de fondo sobre aquello que ya dió malos resultados, porque si las cosas se siguen haciendo de la misma manera entonces lo más probable es que la consecuencia final del sexenio Calderonista sea una repetición de más de lo mismo. El arribo de López Obrador a la silla presidencial ofrecía la posibilidad de abandonar el desgastado modelo neo-liberal encausando a la economía por una nueva ruta, como lo han hecho Rusia, Portugal, España y China. Pero al seguir atorado México en más de lo mismo, las perspectivas se antojan francamente desalentadoras. Hasta este momento, lo único que Felipe Calderón ha decidido copiarle a López Obrador de todo lo que éste último ofrecía al pueblo de México es la implementación de un modesto recorte de sueldos. Pero la copia es una mala copia, porque la reducción es de tan sólo un ridículo diez por ciento, lo cual para lo que ya de por sí ganan los altos funcionarios y la alta burocracia en México -entre ellos el Señor Presidente- es un "sacrificio" risible. Tómese en cuenta que, en contraste con la ridícula reducción del diez por ciento de su enorme salario presidencial, López Obrador tenía todas las intenciones del mundo de recortarse a sí mismo el salario presidencial a la mitad, motivo por el cual este desplante de Felipe Calderón no sorprende a nadie y sí en cambio produce enojo y hasta coraje en muchos mexicanos situados en los estratos inferiores. De hecho, si tomamos en cuenta que el sueldo de Vicente Fox creció en sus seis años de gobierno en un espectacular 57 por ciento, muy por encima de los niveles acumulados de inflación, tenemos entonces que de hecho Felipe Calderón con todo y su bien publicitado recorte salarial del diez por ciento terminará ganando 47 por ciento más de lo que estaba ganando su antecesor Vicente Fox cuando tomó posesión de su cargo seis años atrás. Felipe Calderón muy bien podría haber tomado el ejemplo ya no de Andrés Manuel López Obrador, sino del Presidente de Bolivia Evo Morales, quien en cuanto tomó posesión de su cargo redujo su salario en un 57 por ciento, cumpliendo así una de sus promesas de campaña hechas al pueblo boliviano (la extrema derecha mexicana detesta profundamente a Evo Morales, no sólo por ser un izquierdista electo democráticamente en comicios limpios y mucho más transparentes que los que impusieron a Felipe Calderón como Presidente de México, sino por ser un indígena en vez de ser un tecnócrata neo-liberal egresado con alguna Maestría o Doctorado de alguna universidad rimbombante como Harvard). Dicho sea de paso, aquí tenemos un contraste dramático entre la izquierda y la derecha, ya que mientras un Presidente emanado de la derecha (Vicente Fox, de México) se subió generosamente su sueldo en un 57 por ciento, un Presidente emanado de la izquierda (Evo Morales, de Bolivia) ¡se lo redujo exactamente en la misma cantidad! Al anunciarse el programa de austeridad de Felipe Calderón, que también comprende una reducción en gastos de representación y teléfonos celulares, se hace hincapié en que se espera que gracias al programa habrá un ahorro para el 2007 de 25 mil 500 millones de pesos. Quien tenga memoria recordará la propuesta de López Obrador en cuestión de administración pública para lograr un ahorro de 100 mil millones de pesos desde el primer año de su gobierno a partir de la reducción del costo del gobierno, propuesta que los propagandistas "intelectuales" oficialistas laborando en favor del candidato del PAN Felipe Calderón, tales como aquellos agrupados bajo "Lupa Ciudadana", estuvieron calificando como una propuesta de muy poca factibilidad. Y sin embargo... ¡la propuesta de Felipe Calderón resulta que promete una disminución en el gasto público de una cuarta parte de lo que ofrecía López Obrador! ¿Pues qué acaso no era la propuesta de López Obrador, quien planeaba una reducción mucho más drástica en sueldos y gastos superfluos, una propuesta de muy poca factibilidad? Es importante hacer este tipo de comparaciones para no volver a caer nunca más en las mentiras elucubradas por gente como los pseudo-intelectuales aliados al oficialismo y/o a la derecha neofascista.

Sobre éste contraste entre lo que ofrecía Andrés Manuel López Obrador y lo que terminó implementando con gran fanfarria publicitaria Felipe Calderón, veamos lo que nos tiene que decir el destacado articulista de la revista Siempre! Alvaro Cepeda Neri en un trabajo suyo titulado "¿Por qué no el 50 por ciento?: Austeridad ramplona de Calderón" publicado el 17 de noviembre del 2006:

Ramplonería, en el sentido de falta de originalidad, ha sido lo que le recetó a la opinión pública, la austeridad calderonista con la rebaja del 10 por ciento a los salarios de la cúpula burocrática del presidencialismo. El nuevo inquilino de Los Pinos, con su familia (y parentela que invite los fines de semana, entre ellos a sus cuñados, los hermanos Zavala) no paga renta y come, desayuna y cena gratis. Los guardaespaldas, los automóviles, los aviones y los teléfonos, tampoco le cuestan. Vivirá como rey, todo con cargo a los dineros del pueblo.

Por lo que hace a sus 30 o 40 empleados de la cúpula, también tienen todo, hasta servicios de restaurante, sin pagar un cinco. Y les sirven verdaderos banquetes y bocadillos a cualquier hora, incluido el café y los cigarros o los puros. En cambio, Slim a los clientes, nada más por una miserable jarrita, que contiene una taza y media de más agua que café, cobra diez pesos y la tarifa del estacionamiento, porque nada es gratis en el capitalismo y menos con apellido neoliberal. Salvo para los gobernantes.

Bien podría Calde-rón haber decretado un 50 por ciento menos de lo que reciben y que en promedio va desde los 150 mil a no menos de 80 mil pesos por cabeza. Esto más los regalos e invitaciones hasta con vinos de importación y suculentos platillos. Y es que a los calderonistas les gusta beber. Más de uno es alcohólico y no simples bebedores sociales. Lo cierto, además, es que lo que reciben quincenalmente se lo embolsan íntegro. Y es que tienen gastos menores. Mart(h)a, hasta compraba su lujosa vestimenta con cargo a un presupuesto que Calde-rón no ha suprimido, cuyos recursos son del dinero del pueblo, al que ahora con una mano le dan lo que con la otra Fox-Felipe le quitaron a los pobres con el alza a la leche de consumo popular. Y a la gasolina que afecta a estos y a los estratos de la clase media que sufragó por la derecha.

Diez por ciento de austeridad es como quitarle un pelo a un gato. Es demagogia y así Calde-rón no pasará de un presidente más del montón, para ser y parecer la otra cara del foxismo, pero al estilo calderonista. No ha pasado, pues, de ser un espectáculo ramplón. No quedó bien con su Dios ni con el Diablo. Quiso empezar con el pie izquierdo y dio un paso en falso con el derecho. Y en política esto tiene sus costos.

A estas alturas, con el modelo económico a ser aplicado por Felipe Calderón siendo exactamente el mismo que el utilizado por su antecesor panista, los cambios introducidos por él resultan ser más bien cambios de forma y no de fondo, cambios cosméticos tales como el mandar a su casa al priista y neo-liberal Salinista Francisco Gil Díaz poniendo en la Secretaría de Hacienda a un panista, Agustín Carstens, tan neo-liberal como su antecesor, y empezando a purgar de la papelería oficial al mutilado escudo nacional (la aberrante águila mocha) restaurándolo a su forma original.

Aunque Felipe Calderón prometió durante su campaña un gobierno incluyente, dando a entender que metería en los principales puestos de su gabinete a gente altamente capacitada que no necesariamente hubiera participado alguna vez en la política o que estuviera o alguna vez hubiera estado afiliada a un partido distinto al Partido Acción Nacional, en los hechos esta promesa se ha desmoronado porque TODOS los puestos principales en el gabinete han sido concedidos a puros panistas, muchos de los cuales seguramente han tomado también los juramentos secretos de lealtad eterna que exige la extrema derecha en cualquiera de sus filiales secretas. La única excepción parece ser Miguel Angel Yunes Linares:





con una amplia militancia priista, y un pasado en el cual como el Coordinador de Asuntos Jurídicos del CEN del PRI estuvo denunciando duramente al Partido Acción Nacional en relación a cosas tales como el asunto de Los Amigos de Fox (un asunto de corrupción a gran escala con canalización de fondos de procedencia desconocida desde el extranjero para la campaña presidencial del candidato panista pro-Yunquista Vicente Fox por el cual jamás se metió a la cárcel a nadie) y el uso de las dependencias públicas para favorecer al ahora partido oficial. Veamos algo de lo que dijo este hombre el 4 de julio del 2002, de acuerdo a la versión estenográfica de la conferencia de prensa que dió ése día desde la sede del PRI:

Se ha comprometido todo el aparato público en el intento de cubrir los hechos ilícitos que son del conocimiento general, relacionados con el financiamiento de la campaña del titular del Ejecutivo, a través de la organización denominada Amigos de Fox A. C.

El señor Subprocurador ha sido sorprendido en flagrancia. Siempre habíamos manifestado nuestra preocupación por estas filtraciones, por este manejo indebido de información.

Hoy tenemos elementos suficientes para demostrar que más que elementos jurídicos, lo que el Gobierno Federal tiene y lleva a cabo es una estrategia de desinformación, con el único propósito de tapar lo que es evidente: el financiamiento ilícito de la campaña presidencial de Vicente Fox.

El Partido Acción Nacional una y otra vez ha mentido a la sociedad señalando que Amigos de Fox A.C. no había intervenido en el financiamiento de la campaña, con el argumento falso de que sólo deben contabilizarse los ingresos y gastos relativos a la etapa formal de campaña.

Es decir, la coartada del Partido Acción Nacional y de Amigos de Fox es que si las campañas deben iniciarse a partir de enero del año 2000, o debían iniciarse a partir de enero del año 2000, todo lo que gastaron con anticipación a esa fecha no se debía contabilizar.

Esto, que nosotros consideramos un claro fraude a la ley, no le servirá más como elemento de defensa.

La campaña presidencial del Partido Acción Nacional fue financiada con recursos ilícitos. La vía para que estos recursos llegaran a la campaña presidencial fue en última instancia Amigos de Fox, pero antes de llegar a Amigos de Fox se armó toda una estrategia, de tal manera que se triangulaban los recursos hasta que en una última instancia los mismos se aplicaban en tareas políticas.

Ha desarrollado el Gobierno Federal una estrategia de medios desde hace varios meses que tiene como objetivo sin duda afectar al Partido Revolucionario Institucional, cuyo desarrollo en los procesos electorales de los años 2001 particularmente, en etapas posteriores a la elección federal, ha sido un desarrollo muy aceptable, muy exitoso.

Se ha llegado al extremo de filtrar información proveniente de esa unidad especializada (la Unidad Especializada para el Combate a la Delincuencia Organizada), de tal manera que el tema financiamiento a Amigos de Fox se vea cubierto, se vea opacado, se tienda una cortina y toda la atención se dirija hacia el caso del Partido revolucionario Institucional.

Nosotros pensamos que se trata realmente de tender o desarrollar toda una estrategia de desinformación que no está beneficiando al país.

Sin embargo, la inclusión de Miguel Angel Yunes dentro del equipo de Felipe Calderón como "factor de equilibrio" es únicamente una apariencia, porque Miguel Angel Yunes es de hecho un traidor a su otrora Partido Revolucionario Institucional, al cual renunció el 15 de julio del 2006 tras una militancia de 35 años en dicho partido, tras lo cual inmediatamente en ése mismo día su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez fué premiado por el ahora partido oficial con una nominación plurinominal del PAN para Diputado local, y ahora este traidor a carta cabal es un aliado incondicional de la igualmente traidora "maestra" Elba Esther Gordillo, a grado tal que Yunes es identificado como un "gordillista" en toda la extensión de la palabra, a grado tal que una de las primeras acciones que debe tomar Yunes tras su nombramiento como Director del ISSTE es tratar de desmentir que su puesto sea un premio a sus nuevas lealtades dadas a la derecha y a la ultraderecha de México, haciéndose al mismo tiempo de la vista gorda ante un dudoso pasado. Pero... ¿habrá alguien que realmente se lo crea? Máxime cuando sus aparentes lealtades y deslealtades eran ya cosa obvia para analistas tan prominentes como Félix Fuentes, editorialista de EL UNIVERSAL, quien dos años antes de las elecciones presidenciales del 2006 ya había señalado con toda claridad quién era realmente Miguel Angel Yunes. Lo que sí debe quedar bien claro es que el PAN, infiltrado hasta la médula por la Organización Nacional del Yunque, está ahora más que dispuesto a recompensar generosamente a los traidores más relevantes que se han salido de los partidos de oposición en los cuales habían militado por muchos años para sumarse a la causa del nuevo orden. (De cualquier modo, no hay ninguna objeción en darle cobijo tanto a los tránsfugas que cambian de partidos e ideologías de toda una vida pasándose al servicio del PAN-Gobierno como a los que están dispuestos a ponerse bajo las órdenes incondicionales de Felipe Calderón afirmando al mismo tiempo que siguen siendo "leales" (¿?) al partido que anteriormente les había dado cobijo, y ejemplo claro de ello lo es el nombramiento como Director General de PEMEX de Jesús Reyes Heroles, hijo de quien fuera uno de los más destacados priistas en la historia de México, quien a su vez hizo célebre la frase "En política, la forma es el contenido", frase que ahora podríamos aplicarle a su hijo como anillo al dedo.) Y así se va configurando el equipo con el cual Felipe Calderón planea gobernar a México por los próximos seis años, con Yunquistas, traidores, sindicalistas corruptos, tránsfugas, convenencieros, vividores profesionales del presupuesto, busca-chambas y similares. ¿Habrá todavía alguien que crea que López Obrador era el verdadero peligro para México?

Aún otra muestra del pago de facturas con los poderosos intereses que lo respaldaron y que ahora exigen el pago de su cuota al igual que el Diablo cuando se hacen pactos con él es ésta: Felipe Calderón designó como Secretario de Comunicaciones y Transportes a





Luis Téllez. Un puesto clave precisamente para quien participó no sólo como miembro del Consejo de Administración de una filial de TELEVISA, Cablevisión (como él mismo lo reconoció al tomar posesión de su cargo), sino a la que también ayudó al final del gobierno de Ernesto Zedillo a reestructurar una multimillonaria deuda heredada de los tiempos del “Tigre” Emilio Azcárraga Milmo. ¡No en vano el nombramiento de este funcionario recibió amplios elogios y reconocimientos dentro de los noticieros y programas de comentarios de TELEVISA! Pero no sólo es el prototipo de un auténtico "conflicto de intereses". Al igual que el "gordillista" Miguel Angel Yunes, también es "dos caras", ya que siendo del PRI le juró lealtad eterna al candidato y ahora Presidente panista Felipe Calderón para el cual trabaja ahora aunque se sigue proclamando a los cuatro vientos como priista como su colega busca-chambas Jesús Reyes Heroles. Y en su primera conferencia de prensa que tendrá lugar el 19 de diciembre del 2006, dejará entreveer que no hay posibilidad de que pueda existir otra cadena de televisión que pueda competir con las dos grandes existentes: Televisa y TV Azteca, las cuales serán favorecidas oficialmente sobre cualquier otra competencia que se les quiera crear. Estamos hablando de negocios e inversiones de miles de millones de dólares. Estamos hablando de grupos pequeños de poderosos financieros cuyos intereses se quiere privilegiar descaradamente por encima de los intereses del pueblo de México. ¿Son estos los "pequeños empresarios" por quienes Felipe Calderón prometió luchar cuando era un simple candidato?